miércoles, 3 de abril de 2013

Volvió la Champions, volvió la magia.

Volvió la Champions League. La mayor competición continental retomó su frenética actividad e inigualable emoción con dos partidazos. Las noches de fútbol europeo volvieron a ser lo más comentado en el día de ayer. Y lo serán en el de hoy. Porque la Champions es única, distinta, especial, mágica. El fútbol adquiere otra dimensión cuando escuchamos su sinfonía. Es la competición reservada a los mejores, a los que buscan escribir su nombre en la historia, tocar el cielo consiguiendo 'La Orejona' que, un año más, espera al final del camino en el mítico Wembley. Comenzamos.

Una noche muy cara.
Ayer no era un día normal en la capital gala. Se notaba en el ambiente. Era noche grande. El relanzado proyecto del PSG, equipo joven donde los haya (solo 38 años de historia le avalan) buscaba medir su importante inversión qatarí con un reto. Grande, tal vez el mayor de todos: el FC Barcelona. Pudiendo contar con Ibrahimovic, al que la UEFA le libró del partido de sanción que le quedaba por su expulsión contra el Valencia, los parisinos llegaban crecidos, con confianza, pero sabiendo que a priori eran el equipo inferior.

Y la primera sorpresa la conocíamos alrededor de las 19.00: Beckham era titular en vez del jovencísimo Verrati. ¿Qué buscaba Ancelotti? ¿Entregaba el control del partido renunciando al toque? ¿Mayor experiencia en la medular? ¿Más oportunidades a balón parado?. La respuesta la pudimos contemplar en el campo durante todo el partido: un Becks que guardaba su posición y buscaba la pelota larga, los cambios de dirección y que no se prodigaba en ataque. Un juego completamente estático, dejando las tareas ofensivas a Ibra, Lavezzi y Moura. Cabe destacar la primera parte del brasileño y sus cabalgadas a la contra que se traducían en ocasiones de peligro, pero que se topaban con un Victor Valdés enorme.


¿Y del Barça qué? Lo esperado: toque, posesiones largas y control. Su único aviso en los compases iniciales fue un disparo lejano de Iniesta. Resultaba tarea imposible penetrar por el medio con un Thiago Silva enorme (para mi, el mejor del partido). Pero el fútbol es un deporte de detalles. Y en eso Messi puede ser decisivo. Pero ayer no estuvo solo: Alves se invento un pase con el exterior ('de tres dedos' como dirían en tierras argentinas) para que La Pulga batiese por abajo a Sirigu. Sería la penúltima acción de Messi en el encuentro, puesto que tras otro disparo suyo que salió rozando el palo largo, notó un pinchazo en el bíceps femoral y tuvo que ser sustituido por Cesc al descanso. Se iba el Barça a los vestuarios con la sensación de haber sido inferior al PSG en los compases iniciales, con toda la segunda mitad por delante y sin Messi.


La segunda parte trajo consigo una tónica similar: Valdés sostenía al Barça mientras que Alexis, muy participativo todo el encuentro, perdonaba el 2-0. Y llegó el empate de Ibra tras un remate a la madera de Thiago Silva en una ocasión a balón parado. El gol del sueco era en claro fuera de juego que el línea no señaló, pero se supone que el fútbol es un deporte de errores, ¿no? He ahí uno de ellos.

El penalti de Sirigu a Alexis.

Cuando el partido agonizaba, a la lesión de Messi había que unir la de Mascherano (y un susto que dio Jordi Alba), pero Sirigu trabó a Alexis en el área, sancionándolo el colegiado Stark con penalti, que transformaría Xavi en el 1-2. El asalto del Barça al Parc des Princes parecía sentenciado, pero Ibrahimovic ganó el enésimo balón por alto, lo cedió magistralmente atrás a Matuidi que la pegó desde la frontal, pasando la pelota por debajo de las piernas de Bartra y despistando a Valdés, que volvió a realizar una de sus "cantadas", manchando otra noche mágica suya en París.

El resultado para el cuadro culé no es malo, ni mucho menos, pero sí el coste: con Messi en duda para jugar la vuelta (se supone que se trata de una lesión de 3 semanas, pero el parte médico oficial solo le descarta para la jornada liguera ante el Mallorca) y la baja de Mascherano (6 semanas) la defensa queda en cuadro: Puyol y Adriano lesionados, las opciones para el centro de la zaga pasan por colocar a Bartra, a Song o retrasar a Busquets, puesto que parece que el partido sería mucha exigencia para un recién recuperado Abidal. Problemas para Tito Villanova, que volvió a reaparecer ayer sobre un terreno de juego y que tal vez sea, junto con la cuantía de goles anotados fuera de casa, la nota más positiva en Can Barça sobre su noche parisina.

El rodillo alemán amenaza con un nuevo Reich futbolístico.
Tal vez la cabecera de la noticia os parezca un tanto fuerte. Hacer referencia al Reich puede hacer viajar vuestra mente a connotaciones nacionalsocialistas, pero creo que es la mejor manera de describir lo que es este Bayern de Munich: un imperio. El equipo que mereció ganar la pasada edición de la Champions League (fue de lejos superior en la final) recibía a otro de los equipos que se pasea victorioso por su campeonato doméstico: la Juventus de Turín.

El partido comenzó vibrante en el Allianz Arena: Alaba soltaba un latigazo desde lejos que sorprendía a Buffon. No se había cumplido el minuto, solo se descontaban 26". La Juventus buscaba implantar su juego de toque, apoyándose en el siempre presente Pirlo. Pero cuando el italiano levantaba la cabeza solo veía camisetas rojas rodeándole. Para mi no es que Pirlo pasase discreto o jugase mal, para mi jugó solo. Si dispones al lado de Pirlo a Marchisio y a Vidal es para controlar el partido. Pues bien, ni uno ni otro se ofrecían, ahogados por el centro del campo teutón. La solución de la Juve fue probar el balón el largo. Hacer eso contra un equipo cuyos centrales son Dante (1,88m) y Van Buyten (1,97m) es un suicidio. Ni una pelota ganaron arriba Matri y Quagliarella, los puntales que dispuso Conte anoche.

Parecía que el partido podía cambiar de rumbo cuando Kroos se lesionó e ingresó Robben. Y tanto que si cambió, pero no a favor de los bianconeri. El holandés fue un dolor constante por el flanco diestro, pasando Müller a ocupar la mediapunta. Y si mirábamos a la otra banda nos encontrábamos a Ribery y a un inmenso Alaba que corría por el flanco zurdo como si fuese una autopista. 

Sin embargo, la superioridad alemana no se traducía en una goleada escandalosa gracias a la figura (parece que eterna) de Gianluigi Buffon. El portero transalpino mantenía con esperanzas a la Juve con grandes intervenciones, una parada tras otra. Pero finalmente, tras rechazar un disparo de Luiz Gustavo, la pelota le cayó a Mandzukic, que asistió a Müller para que hiciese el 2-0 a puerta vacía. La reacción de Conte haciendo ingresar a Giovinco y Vucinic no tuvo resultado. O la Juve cambia radicalmente su imagen para el partido de vuelta o el Bayern parece dispuesto a pasearse por Turín.


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