Andrea Pirlo, el último gran genio de la medular italiana. Elegancia, clase, inteligencia u orden son sinónimos acuñables a este centrocampista de exquisita técnica y preciso golpeo a balón parado nacido hace 33 años en Flero, en la provincia de Brescia.
Y en este equipo, el Brescia Calcio, comenzó Pirlo a dar sus primeros pasos en el fútbol profesional, debutando a los 16 años en la Serie A en un partido contra la Reggina, conjunto al que pertenecería posteriormente. Pero antes de eso, en 1998, Pirlo fue fichado por el Inter de Milán. En la escuadra nerazzurri, tras no convencer tanto como se esperaba de él, salió cedido a la Reggina, donde firmó un gran año con 28 apariciones y 6 goles. Regresó al Inter, pero en enero volvió a salir cedido, esta vez al Brescia, el equipo de sus orígenes.
Hasta este punto, la carrera de Pirlo parecía estancada: no había conseguido destacar en uno de los grandes de la península itálica y con 22 años parecía otra de esas jóvenes promesas que no terminan de explotar su potencial. Pero en 2001 comenzó la historia del Pirlo que todos conocemos.

La llegada de Allegri al banquillo del AC Milán hizo que Pirlo pasase a ocupar la posición de volante izquierdo, bajando su rendimiento. En 2011 acababa su vinculación con la entidad heptacampeona de Europa. Decidieron no renovarle y ante esta situación, Antonio Conte lo fichó para la Juventus como piedra angular de su nuevo proyecto.
Con La Vecchia Signora se alzó como campeón del Scudetto y de la Supercopa de Italia de nuevo, siendo la pieza fundamental del esquema de los bianconeri y el máximo asistente de la Serie A.
A nivel de selecciones, su debut con la absoluta se produjo en 2002, aunque hasta 2004 no disputó su primer torneo internacional: la Eurocopa de Portugal. Campeón del Mundo en 2006, también participó en el Mundial de Sudáfrica de 2010 y fue determinante para que la selección italiana llegase a la final de la EURO 2012, disputándose con Iniesta el título de mejor jugador de la Eurocopa.
Pura imaginación y talento para la medular, Andrea Pirlo es uno de esos genios que aparecen en el fútbol y no necesitan hacer goles o desbordar para hacerse notar. Esos genios que destacan por saber tratar el balón, por mover a sus 10 compañeros, por manejar el partido a su gusto, a su ritmo. Esos genios son los que hacen del fútbol algo maravilloso.